miércoles, 12 de febrero de 2014





Negritas Puloy



Desde los años setenta una comparsa de alegres y coquetonas mujeres les brindan felicidad moviendo sus caderas, sus hombros y sus piernas al son del fandango y el porro.

Hacia las dos de la tarde, cuando los rayos del sol caen inclementes sobre Barranquilla, empiezan su recorrido. Más de 50 cuadras camina cada una para vender sus productos y en distintos rincones de la ciudad pueden escucharse las voces que anuncian: Boooollo de queso, boooollo de angelito , cocada, caballito, alegría ..

Se trata de las tradicionales Negritas Puloy del barrio Montecristo.
Su directora, Isabel Muñoz, relata que las Negras Puloy tuvieron origen en la imagen de un detergente venezolano que se conoció en Barranquilla en la década de los setenta y llevaba como logotipo a una mujer negra, con voluminoso afro y vestido rojo con bolitas blancas.
Inicialmente, la comparsa la componían solamente las mujeres de la familia Muñoz y sus vecinas de los barrios Montecristo y Abajo, pero después se integraron muchachas de las Palmas y La Magdalena.
Para este año, las Negras Puloy empezarán su recorrido carnavalero por la Vía 40, en la Batalla de Flores del sábado de Carnaval, ya que el año pasado se destacaron como Comparsa Excelente.
Isabel espera salir este año con ochenta 'puloys', danzando al son de los diferentes ritmos que toque la papayera. La directora anota que para pertenecer a la comparsa las chicas deben ser buenas bailadoras, muy alegres y felices y en cuanto a las edades afirma que "Hay que tener desde los 15 años hasta que el cuerpo aguante....", que es la filosofía que hasta ahora las ha acompañado.
La iniciativa de Yennys Orellano dio resultado. El disfraz --inspirado en el logotipo de una harina-- y la comparsa que conformó con hermanas, primas y amigas, cautivaron el corazón de los barranquilleros.

Y mientras Las Negritas Puloy siguen haciendo historia en el Carnaval de Barranquilla, las palenqueras caminan balanceándose por las calles de la ciudad, vendiendo y gritando boooollo de queso, boooollo de angelito , cocada, caballito, alegría .
Historia: 

 Cientos de mujeres de raza negra, residentes en los barrios San Pachito, Nueva Colombia, El Valle y La Manga, se ganan la vida caminando las calles en busca de quienes les compren las delicias que les enseñaron a preparar sus antepasados.
Ellas, las palanqueras, como les dicen, son mujeres descendientes de hombres y mujeres arrancadas al África y que huyendo de los esclavistas españoles y criollos se refugiaban en los palenques o ciudadelas para luchar hasta la muerte por la libertad. Hoy, como entonces, siguen preparando sus productos.
Ese trabajo, de temple y tesón, es el que han querido resaltar, Yennys Orellano e Isabel Muñoz, con la comparsa Las Negritas Puloy .
La primera vez que estas negritas trabajadoras salieron a recorrer las calles de Barranquilla fue en el Carnaval de 1984.
Ese año, en la Batalla de Flores, unas ocho mujeres vestidas de negro, rojo y blanco, con collares y aretes y un tocado en la cabeza, que bailaban sensualmente al son de una papallera, se robaron los aplausos de la gente.
Fue un año sin contratiempos, de risas y anécdotas. Llegó 1985 y volvieron a gozar el Carnaval. Iban de norte a sur, de oriente a occidente, moviendo sus caderas y tarareando una canción.
Por esas cuestiones de la vida y buscando un mejor estar, Yennys Orellano se trasladó a Cucuta (Norte de Santander). La ausencia de la madre provocó la desazón en el grupo y conllevó a la desaparición de la comparsa.
Durante los siguientes años Las Negritas Puloy dejaron de alegrar a Barranquilla. Andaban, por esa época, recorriendo nuevos caminos o retomando los dejados, como Isabel Muñoz y sus hermanas, que regresaron a la cumbiamba El Cañonazo .
En 1994, las hermanas Muñoz decidieron cambiar de rol en las fiestas. No participaron en ellas, sino que sirvieron de espectadoras. La experiencia fue un desastre. No pudimos ver nada en la Batalla de Flores, que ya pasaba por la Vía 40. Había tanta gente que uno no podía moverse, todo era a empujones , dice Martha Cecilia Muñoz, una de las Puloy más entusiastas.
Esa misma noche, con el alma aún acongojada por el percance y recordando los buenos viejos tiempos, Isabel Muñoz, una barranquillera del barrio Montecristo, se propuso revivir a Las Negritas Puloy .
Adelantó una consulta entre familiares y amigas, y todos se mostraron de acuerdo. En 1995, Las Negritas Puloy volvieron con su encanto seductor.
En estos cinco años todo ha sido bueno para el grupo. Han obtenido varios premios y el número de integrantes se incrementó a 40, entre niñas, jóvenes bachilleres y universitarias, amas de casa, funcionarias y abuelas. Incluso, Yennys Orellano viaja desde Cúcuta para parrandearse el Carnaval.
También las llena de felicidad poder contar con Lía Visbal, una alegre mujer de 75 años, que a pesar de su avanzada edad, aún las sigue acompañando y mostrando su energía al bailar.
Las anécdotas son muchas, pero de la que más hablan ahora le ocurrió a Isabel Muñoz en la Guacherna del pasado viernes.
Cuenta Isabel Muñoz que iba feliz bailando por la carrera 44 con calle 68, cuando escuchó entre el público una voz que le llamaba. Cuando miró hacia el sitio de donde había salido aquella voz le tiraron una bolsita plástica de color oscuro. Ella la recibió y entregó a un compañero para que la guardara.
Ya en la tranquilidad de su casa decidió abrir la pequeña bolsa para mirar su contenido. Dice que no aguantó la carcajada al ver que se trataba de una tanga roja rebordada con hilos dorados. Es un lindo regalo , asegura.
Y mientras Las Negritas Puloy siguen haciendo historia en el Carnaval de Barranquilla, las palenqueras caminan balanceándose por las calles de la ciudad, vendiendo y gritando boooollo de queso, boooollo de angelito , cocada, caballito, alegría .
Originalmente las Negritas Puloys no les veían el rostro porque usaban una máscara que le cubría toda la cabeza.Era de tela y tenía pintados los labios de color rojo y unos grandes ojos.

El traje de blusa y falda era rojo con puntos blanco pequeños y se ponía sobre unas licras negras para las piernas y para los brazos.

Actualmente se visten con una trusa manga larga en licra negra que simula la piel, un vestido corto y coqueto en tela de bolitas blancas y fondo rojo, medias veladas negras, zapatos de tacones, collares y candongas de colores negro, blanco y rojo.
Llevan un lazo elaborado con la misma tela del vestido y una peluca tipo afro de color negra.
Era de tela y tenía pintados los labios de color rojo y unos grandes ojos.
El traje de blusa y falda era rojo con puntos blanco pequeños y se ponía sobre unas licras negras para las piernas y para los brazos.

El traje antiguo, sin embargo no ha desaparecido del todo, puesto que muchos miembros de la comunidad trans continúan utilizando la máscara para ocultar la identidad



El Garabato

La Danza del Garabato es una danza típica de la costa atlántica en Colombia que caricaturiza un enfrentamiento entre la vida y la muerte. La palabra garabato es el nombre dado al palo de madera con forma de gancho en uno de sus extremos, que lleva colgadas unas cintas de colores rojo, amarillo y verde (colores de la bandera de Barranquilla), y que llevan los integrantes masculinos de la danza. Este integra los diferentes aspectos que se demuestra en las creencias que representa en garabato.

El vestuario que llevan los hombres en la Danza del Garabato consiste en una camisa amarilla manga larga, un “peto” o pechera en forma de babero, de color azul, con encajes y bordada en lentejuelas, pantalón negro con rodillera con encajes, medias blancas altas, zapatos negros, capa roja adornada con lentejuelas y figuras de mil colores, sombrero blanco ataviado con cintas de los colores de la bandera de Barranquilla, flores de cayena y en la mano se lleva el palo del garabato.
Por su parte, el disfraz de las mujeres consiste en una blusa, falda y zapatos negros y un lazo rojo que le rodea la cintura. El vestido está además adornado con arandelas en los hombros y en la parte de abajo de la falda, con los colores de la bandera de la ciudad. En la cabeza se debe portar un adorno de cadenas.

Acompañando a la danza no puede faltar el disfraz de la muerte, que consiste en un traje enterizo de color negro, al que se le estampa un esqueleto pintado en blanco. Además, el portador del disfraz deberá llevar una careta con la calavera y una enorme guadaña.




Historia:
La muerte, con su enorme guadaña, quiso llevarse a más de un negro bailarín un día de la Candelaria, en pleno jolgorio en algún lugar de las colonias de esclavos de América, quizás lo logró, pero de ello no hay testimonios, Donde si existen relatos de la gesta es en Barranquilla, donde no se dejaron ganar la lucha con la Muerte o la Ganchua, a la que derrotaron a punta de Tambor y  Guacharaca, así a perdurado en el tiempo.
La danza del Garabato es una expresión folclórica trasladada desde Cienaga (Magdalena) durante la segunda mitad del siglo XIX , en ella se escenifica con ironía y sarcasmo, la lucha entre la Vida Y la Muerte. Con la danza, los negros esclavos, al finalizar la cosecha, cuando los amos le regalaban un día de descanso, los negros generalmente en las fiestas de la Candelaria representaban su mundo de infortunios, animándose con tambores y danzas rituales. Todos sabemos que vino de Cienaga pero quien la trajo al Carnaval de Barranquilla y exactamente cuando se introdujo en nuestras fiestas es muy difícil de precisar, lo que es indudable que  La Danza del Garabato, es una de las danzas más tradicionales y populares  de nuestra ciudad. Además es un aporte de los negros al Carnaval de Barranquilla. Se tiene conocimiento, que en el año 1871 participó un grupo con la danza en los carnavales de Barranquilla, data del año de 1870como casi todas nuestras danzas fundada por José Terán  quien murió asesinado en 1947,  Emiliano Vengoechea Díaz Granados. 
 luego a principios del siglo XX, se reseña la figura de Sebastián Mesura en el barrio Rebolo, con  un grupo de Danza de Garabato. En el año de 1929 tomo el mando del grupo José Terán Meza, quien la dirigió hasta su muerte, fue asesinado en la puerta de su casa, ocho días antes del sábado de carnaval del año de 1944, luego de la muerte del señor Terán, la danza pasa a manos de  Ruperto Castro, quien la comanda hasta el año de 1949 asumiendo la dirección ese año,  el señor Adolfo Villalba, quien la conduce hasta el año de 1951, y es cuando la figura del señor Emiliano Vengoechea Díaz Granados, toma fuerza. Porque en el año de 1936, en la quinta de su tío Pedro Vengoechea Dávila en la calle 53, carrera 50, exactamente donde está hoy el parqueadero de SAO
un grupo de jóvenes resuelve hacer una comparsa, pero la señora Soledad Román de Vives, lanza la idea de plagiar una de nuestras danzas populares  y escogieron la del Garabato. Buscaron al señor Adolfo Villalba, director de la danza popular del Garabato. para montar la danza


palabras textuales de
 Emiliano Vengoechea Díaz Granados,escogiendo a Villalba, por ser este director, además de músico, tamborero, decimero, o sea una persona muy polifacética, este suceso merece una aclaración, porque se demuestra que existieron  y se mantuvieron dos grupos de danza de garabato, en concordancia, podemos decir la popular y la de los clubes, Vengoechea recurre a la antigua Danza, para llevarla a los clubes de estrato económico más alto de nuestra ciudad, en ese tiempo su grupo salía de esa casa y se dirigía a el desaparecido Club Riomar o al Club Barranquilla, el Country Club, era en ese tiempo un club deportivo, este solo asume, podemos decir el papel, de padrino, mucho más tarde, el club no es el dueño del grupo, ese legado pertenece a la familia Vengoechea, Emiliano Vengoechea toma la dirección de su grupo  en 1938, y desde ese momento siguió liderándolo, este grupo sale en los días de carnaval y en los años setentas, los cambios en la mentalidad de nuestra clase social, producidos por la aparición del dinero fácil a través del narcotráfico y la politiquería, trae consigo, una crisis de valores en nuestra sociedad, que afecta al grupo, los socios jóvenes y nuevos del Country Club, prefieren  irse de la ciudad en los carnavales, y no participar en las fiestas populares, como siempre lo habían hecho. La danza como manifestación popular desaparece, la junta directiva de dicho centro social en concordancia con el señor Vengoechea, recurre a presentar el grupo como un espectáculo nocturno en la temporada de precarnaval.